En nuestra diversidad productiva —entre la tierra, la energía, los minerales y la industria— se juega algo más profundo: la posibilidad de construir una Argentina integrada.
Integrada al mundo Occidental, con más comercio, inversiones y presencia en las cadenas globales de valor. Integrada como cadena de valor industrial y de la energía, articulando recursos naturales, tecnología y servicios en un mismo proyecto de desarrollo. E integrada como sociedad, con empleos de calidad, educación técnica y movilidad social ascendente, en un contexto que disputa el talento y la innovación.
El verdadero desafío es conectar capacidades: entre regiones, sectores y personas. De ese encuentro surge el camino hacia una Argentina más competitiva, más integrada.